
El escritor estuvo satisfecho de su producto en un principio, tenía ya con quien hablar, a quién contarle todas las experiencias que se había tragado su soledad; pero las personalidades eran completamente distintas. El escritor era taciturno, melancólico de un carácter suavizado por los golpes que había recibido de su padre; el personaje, en cambio, era colérico, de obsesivo pensamiento y compulsivo actuar, muy fácil de irritarse.
Pronto comenzaron las discrepancias, las rencillas. Hasta que un día luego de una fuerte discusión, el puño del personaje se enterró en el rostro del escritor, rompiéndole la nariz y decorando con sangre la escena.
El escritor dolido por lo que su creación le había hecho y ya hastiado de su compañía, decidió borrar su existencia.... pero no pudo. Un personaje no podía borrar a otro; además, la historia estaba recién por comenzar.
1 comentario:
ese 'Había una vez' del inicio es clave.
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