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lunes, 27 de abril de 2009

Peter Gabriel: Washing of the water

‘Washing of the water’, preciosa canción del disco Us de Peter Gabriel. Y sin embargo, de las 4 versiones que pondré a continuación, ninguna de ellas es la del disco. Aun así todas son notables.

En primer lugar, la versión hecha para el Secret World Tour de 1993. Gabriel suele hacer versiones especiales para los conciertos, y es increíble cómo siempre logra sacarle lo mejor de sí a la canción para la versión en vivo. La siguiente es preciosa:



A continuación una increíble versión de la cantante y compositora peruana Pepita García Miro, acompañada en concierto del genial guitarrista Andrés Prado. Gánense con esta peruanasa versión de Peter Gabriel:



Ahora, un coro de quién sabe dónde, dirigido por quién sabe quién. Muy buenos arreglos de la misma canción:



Y por último, otra versión alternativa del propio Gabriel (no se cansa de jugar con sus propias canciones), hecha -si no me equivoco- para el dvd Play:



Así es niñas, porque en la variedad (a.k.a. la pluralidad, la multiplicidad, la diferencia) está el gusto.

sábado, 6 de diciembre de 2008

Donayre y el antichilenismo


Otra vez, llego tarde a la fiesta.

1. Se generó una polémica por los comentarios que salieron a la luz del hoy ex-comandante general de las fuerzas armadas peruanas. Nadie (a excepción de los imbéciles) discute lo desatinadas que fueron las palabras de Donayre, y aun así, casi todos intentan buscarles excusas.

2. Diversas personas (incluidos el propio Donayre y Alan García) han optado por decir que los comentarios no fueron oficiales, que fueron dichos varios meses atrás y que el contexto era privado. Esto es cierto, sin embargo no se excusa con ello el preocupante hecho de que una persona con un cargo tan elevado en el Perú falte tan profundamente el respeto, en cualquier contexto, a los chilenos. El problema con las declaraciones no es de índole político o militar, es de índole ético. Las disculpas a los chilenos y la total desautorización de tales palabras era algo a lo que obligaba la ética y no los protocolos. Buscarles excusas a las palabras de Donayre no tiene ningún sentido, pues se estaría justificando a la estupidez y a la xenofobia si es que no se dan en un contexto problemático. Sería tan ridículo como decirle a tu niño que no debe ser racista, pero que sin embargo no debe juntarse con los negros. Lo importante acá no era cómo ni cuántas veces se tenía uno que disculpar con las 'autoridades' chilenas, lo importante era rechazar la actitud xenofóbica, sea cual sea el contexto en que ella se de.

3. El problema ‘protocolar’ debió haber terminado con las disculpas y aclaraciones inmediatas que se le brindó a la presidenta chilena. Sin embargo el asunto creció. ¿Por qué? Porque Alan, al llamar a la presidenta chilena y mencionarle el pronto retiro de Donayre, mintió. Resulta clarísimo que Alan menciona el retiro de Donayre sabiendo que no decía toda la verdad. Alan dijo que el comandante pasaba al retiro, pero no dijo (al menos no claramente) que se trataba del término de un mandato y no de una consecuencia de las desatinadas palabras. Obviamente Alan no aclaró lo suficiente la situación para que la presidenta se sienta tranquila y no se arme el alboroto. Con esto se generó un doble efecto. Por un lado, se provocó en los chilenos la sensación de que en el Perú este había sido un asunto de gran importancia, tan importante que había causado el retiro de un comandante general. Sin embargo en el Perú todos se mataban por aclarar que el asunto no debería tener mayor alcance y que había de ser superado rápidamente, cuando el presidente García ya había vendido la imagen totalmente opuesta en la ‘verdad a medias’ que le contó a la presidenta Bachelet. Por otro lado, se provoca que los chilenos, al enterarse de la verdadera situación, se sientan no sólo ofendidos, sino luego engañados, y le den importancia política y protocolar al tema, dejando de lado la preocupación ética. La mentira de Alan provoca que todo se salga de su proporción.

4. Luego de esto, no ayuda la estupidez de Donayre, que comienza a dar comentarios totalmente fuera de lugar, en los que justifica sus palabras en el video diciendo que habló como soldado peruano. Esta declaración de Donayre invalida toda excusa que dice que los comentarios fueron privados y que no tienen ningún carácter público por lo que carecen de importancia. Ahora Donayre justifica sus declaraciones ‘privadas’ con declaraciones ‘públicas’, dándole a las primeras validez pública.

5. Probablemente, los afectados más concretamente con esta situación sean los peruanos que viven en Chile, quienes tienen que soportar, tras la estupidez de un general, la estupidez de algunos chilenos que demuestran una actitud xenofóbica muy poco concordante con la tan rica cultura a la que ellos pertenecen.

6. La xenofobia de Donayre no es justificable en ningún sentido. Las disculpas públicas y contundentes debieron haber sido inmediatas. La salida del comandante resultaba una opción muy radical, sin embargo es una opción que Alan, con su mentira, le permitió tener a los chilenos. Debió haber desautorización inmediata de las palabras del comandante, por cuestión de ética. Ética no sólo con los chilenos, sino con los peruanos mismos, intentando promover una actitud abierta y amical hacia quienes son talvez los ‘diferentes’ más rechazados en nuestra maleducadísima sociedad.

domingo, 30 de noviembre de 2008

El diálogo presupone la diferencia

El diálogo presupone la diferencia.

La diferencia no es simplemente un atributo dado a sujetos o culturas ajenas, es mas bien una condición indeleble de la humanidad en tanto que multiplicidad y a la vez unicidad. Abrirse a las diferencias, aceptarlas, deleitarse con ellas, significa aceptarse a uno mismo como diferente. Platón habla en El Político de la mezcla que está en todo. En el universo, en los cuerpos de los individuos, en sus almas. Platón no busca eliminar tal multiplicidad de diferencias, busca entenderla para armonizarla. Nuestro diálogo no es búsqueda de semejanzas, es búsqueda y encuentro constante con la diferencia para nutrirse con ella. La diferencia nos define como seres humanos. El diálogo con la diferencia no es un paso que tenemos que dar, es la condición más auténtica de nuestra existencia. Somos, en tanto que humanidad, ontológicamente diferentes. El diálogo siempre se da entre diferentes. He allí su belleza.

Aculturación y/o Diferencias

Recién escuchaba a Marco Aurelio Denegri comentar una fotografía en la que aparecía una niña selvática haciendo un globo en su boca con un chicle. La imagen fue concebida por Denegri como una auténtica aberración. La calificó como un atentado contra lo autóctono y como una muestra de la peligrosidad de ciertos procesos de aculturación. La percepción de Denegri fue la de una corrupción de lo original, de lo propio en tanto que virgen, en tanto que no intoxicado por lo exterior. El chicle en la boca de la niña representaba la violación de lo natural, la intromisión abrupta de una cultura en la otra. Denegri hubiera preferido a la niña con sus trajes tradicionales y en una actividad propia de su contexto. Él cree que la tradición es algo puro, que las culturas son más valiosas mientras menos se toquen entre sí. O que en todo caso, si se tocan entre sí, deberían hacerlo con sus dedos más perfumados, más arreglados, más finos. Para Denegri la aculturación no puede ser la simple recepción de elementos de una cultura en otra. Habría mas bien que saber recibir ‘lo provechoso, lo útil’. Lo demás hacerlo a un lado, rechazarlo como algo degradante.

Hay varios problemas en la concepción de Denegri. Uno de ellos es que él cree poder controlar -como si se tratara de domar a una fiera- lo que viene de afuera a sorprendernos, a renovarnos. Sin embargo, el fenómeno denominado como ‘aculturación’ no ocurre bajo la atenta mirada de los sujetos. La intromisión de elementos culturales ajenos en el contexto propio se da prácticamente sin que lo notemos, sin que decidamos -ni racional, ni irracionalmente- qué creencias o qué prácticas sociales ajenas adoptar como nuestras. No nos es posible juzgar sobre ‘lo bueno’ y ‘lo malo’. La aculturación es involuntaria no porque la voluntad de una cultura queda dominada, sino porque la voluntad nunca entra en juego (talvez sería más adecuado decir entonces que el proceso de aculturación es carente de voluntad). Esto no quiere decir que estamos totalmente indefensos ante las múltiples cosas que nos llueven desde afuera. Esto quiere decir mas bien que hay que aceptar la diferencia, en donde aceptar significa abrirse al diálogo con ella. Una aceptación que no es pasiva, sino activa, pero no controladora, no juzgadora. La actitud dialogante con lo externo no es actitud que examine, es actitud que busca comprender, que busca dialogar con el asombro por lo nuevo en tanto que diferente y exótico, no habitual.

Puedo mencionar aquí otro punto que vale la pena criticar en la idea de Denegri. Él ha concebido que el proceso de aculturación controlada debería aceptar únicamente ‘lo provechoso, lo útil’, lo demás ¿para qué admitirlo? Aquí la noción que se tiene de beneficio en la aculturación (y de la aculturación misma) es demasiado pragmática. El proceso por el que una cultura comienza a admitir nuevos elementos como propios va mucho más allá de lo útil. Mucho más allá no sólo en el sentido de más detalle y más riqueza, sino también en el sentido de más profundidad. Adquirir nuevas prácticas sociales significa no sólo adquirir nuevos usos provechosos, significa sobre todo una transformación, o mejor dicho, una expansión de la espiritualidad misma con la que se enfrenta al mundo. La existencia se torna en algo nuevo, se expande hacia nuevas dimensiones nunca antes conocidas. Nuevas dimensiones que no se deciden conocer porque resultan más útiles, sino que adquieren sustancialidad en nuestra existencia sin habérnoslo propuesto. El chicle en la boca de la niña no representa una nueva práctica que no va a ser útil en ningún sentido. El chicle en la boca no representa nada. Es ella misma -la práctica social- una nueva dimensión en la vida de la niña y de toda la cultura. La disminución que Denegri hace del fenómeno de la aculturación a lo útil es precisamente la que provoca que se crea que se puede tener control sobre la diferencia, sobre lo externo a lo que es profundamente nuestro. Lo útil es manipulable, no se dialoga con ello, se decide si conviene o no, si se lo adquiere o no.

Dialogar con la diferencia quiere decir deleitarse con ella activamente, lo cual trae consigo no sólo la simple apertura a todo lo que venga, sino el cuestionamiento abierto y penetrante a lo que ya somos, o a lo que ya comenzamos a ser, y no a lo que podemos optar o no por ser.