
Otra vez, llego tarde a la fiesta.
1. Se generó una polémica por los comentarios que salieron a la luz del hoy ex-comandante general de las fuerzas armadas peruanas. Nadie (a excepción de los imbéciles) discute lo desatinadas que fueron las palabras de Donayre, y aun así, casi todos intentan buscarles excusas.
2. Diversas personas (incluidos el propio Donayre y Alan García) han optado por decir que los comentarios no fueron oficiales, que fueron dichos varios meses atrás y que el contexto era privado. Esto es cierto, sin embargo no se excusa con ello el preocupante hecho de que una persona con un cargo tan elevado en el Perú falte tan profundamente el respeto, en cualquier contexto, a los chilenos. El problema con las declaraciones no es de índole político o militar, es de índole ético. Las disculpas a los chilenos y la total desautorización de tales palabras era algo a lo que obligaba la ética y no los protocolos. Buscarles excusas a las palabras de Donayre no tiene ningún sentido, pues se estaría justificando a la estupidez y a la xenofobia si es que no se dan en un contexto problemático. Sería tan ridículo como decirle a tu niño que no debe ser racista, pero que sin embargo no debe juntarse con los negros. Lo importante acá no era cómo ni cuántas veces se tenía uno que disculpar con las 'autoridades' chilenas, lo importante era rechazar la actitud xenofóbica, sea cual sea el contexto en que ella se de.
3. El problema ‘protocolar’ debió haber terminado con las disculpas y aclaraciones inmediatas que se le brindó a la presidenta chilena. Sin embargo el asunto creció. ¿Por qué? Porque Alan, al llamar a la presidenta chilena y mencionarle el pronto retiro de Donayre, mintió. Resulta clarísimo que Alan menciona el retiro de Donayre sabiendo que no decía toda la verdad. Alan dijo que el comandante pasaba al retiro, pero no dijo (al menos no claramente) que se trataba del término de un mandato y no de una consecuencia de las desatinadas palabras. Obviamente Alan no aclaró lo suficiente la situación para que la presidenta se sienta tranquila y no se arme el alboroto. Con esto se generó un doble efecto. Por un lado, se provocó en los chilenos la sensación de que en el Perú este había sido un asunto de gran importancia, tan importante que había causado el retiro de un comandante general. Sin embargo en el Perú todos se mataban por aclarar que el asunto no debería tener mayor alcance y que había de ser superado rápidamente, cuando el presidente García ya había vendido la imagen totalmente opuesta en la ‘verdad a medias’ que le contó a la presidenta Bachelet. Por otro lado, se provoca que los chilenos, al enterarse de la verdadera situación, se sientan no sólo ofendidos, sino luego engañados, y le den importancia política y protocolar al tema, dejando de lado la preocupación ética. La mentira de Alan provoca que todo se salga de su proporción.
4. Luego de esto, no ayuda la estupidez de Donayre, que comienza a dar comentarios totalmente fuera de lugar, en los que justifica sus palabras en el video diciendo que habló como soldado peruano. Esta declaración de Donayre invalida toda excusa que dice que los comentarios fueron privados y que no tienen ningún carácter público por lo que carecen de importancia. Ahora Donayre justifica sus declaraciones ‘privadas’ con declaraciones ‘públicas’, dándole a las primeras validez pública.
5. Probablemente, los afectados más concretamente con esta situación sean los peruanos que viven en Chile, quienes tienen que soportar, tras la estupidez de un general, la estupidez de algunos chilenos que demuestran una actitud xenofóbica muy poco concordante con la tan rica cultura a la que ellos pertenecen.
6. La xenofobia de Donayre no es justificable en ningún sentido. Las disculpas públicas y contundentes debieron haber sido inmediatas. La salida del comandante resultaba una opción muy radical, sin embargo es una opción que Alan, con su mentira, le permitió tener a los chilenos. Debió haber desautorización inmediata de las palabras del comandante, por cuestión de ética. Ética no sólo con los chilenos, sino con los peruanos mismos, intentando promover una actitud abierta y amical hacia quienes son talvez los ‘diferentes’ más rechazados en nuestra maleducadísima sociedad.