jueves, 6 de agosto de 2009

Watchmen VI


El capítulo seis está dedicado enteramente a Rorschach, ya encarcelado y en plena terapia psicoanalítica, lo que nos permite conocer un poco más sobre su pasado. Antes de considerar las características de su psicología valdría apuntar sus características físicas, que no son poco importantes. Muy bajo, flaco –aunque atlético–, pelirrojo, con pecas y –según el psicoanalista– muy feo. Definitivamente un relegado de la sociedad, un hombre estéticamente desagradable que tiene –sólo por este hecho– todo en su contra. A pesar de esto, se nos dice que fue brillante en el colegio, destacando especialmente en literatura y en religión, lo cual es muy curioso, considerando la noción de algo superior al ser humano que se nos revelará al final del capítulo.

La relación que guarda con su familia es muy sugerente para comprender en lo que luego se ha convertido. Su madre lo maltrató y a su padre no lo conoció. A partir de esto, el niño Walter Joseph Kovacs (verdadero –o más bien, él diría, falso– nombre de Rorschach) proyectó dos imágenes muy marcadas y muy influyentes en su vida. Su madre es la imagen del odio, su padre es la imagen de la adoración, del ideal. Lo más bajo y lo más alto, algo que detestar y de lo que diferenciarse, y algo a lo que anhelar, a lo que desear alcanzar. Rorschach se forma bajo tales figuras. Imagina a su padre como un hombre trabajador y capaz de dar la vida por su país, al contrario de la gente que ve a su alrededor en la sociedad, en la que sólo identifica a vagos y a cobardes, incapaces de ponerse sobre los hombros la responsabilidad de sacar adelante sus propias vidas con sus propias decisiones y su propio esfuerzo. Así, me parece que Rorschach es aquí el personaje del comic que, a la vez, más se preocupa por la situación decadente del mundo, y que más detesta tales condiciones, en las que debe vivir.

Rorschach es consiente de algo que sucede en la sociedad de Watchmen y que ya antes apunté de uno u otro modo: no hay una verdadera noción de comunidad, no hay un intento de comprensión de lo que ocurre con aquel que es diferente pero que a la vez está al lado, conviviendo. Cada uno actúa por su cuenta, de acuerdo a sus propios intereses. Una egolatría que subyace a toda la sociedad, tan radical que se convierte en el más asqueroso egoísmo. Este tipo de actitud se ve en una de los hechos que narra Rorschach como motivo de que se haya convertido en lo que es: una mujer es violada, torturada y asesinada a plena vista y oído de los vecinos, quienes no atinaron ni a llamar a la policía, ni a intervenir, ni a siquiera quitar la mirada de los hechos. Esto es algo que a Rorschach lo indigna y lo hace avergonzarse de la humanidad de la que forma parte. Así, para él ponerse la máscara es un modo de negación de su humanidad, un afán por diferenciarse y por convertirse en algo nuevo, en algo superior. La máscara es su verdadera identidad, lo que hay debajo de ella es lo que lo encarcela en la misma condición de los que tiene alrededor.

Así, tiene sentido que él considere que se ha convertido realmente en Rorschach a partir de un evento en el que promete a unos padres devolverles sana y salva a su hija secuestrada, para luego sólo encontrar que la niña ya ha sido asesinada, descuartizada y dada de comer a los perros. Rorschach, en un impulso de odio e impotencia, mata a los dos perros y luego castiga al dueño de ellos quemándolo vivo (hecho que también ocurre sin que algún otro sujeto se acerque a ver qué es lo que pasa, o sin que alguien siquiera llame a los bomberos. Rorschach mira el espectáculo sin ser molestado por más de una hora). Es este evento en el que él siente que se ha asqueado finalmente lo suficiente de la humanidad, que ha comprendido su verdadera situación. El niño brillante en las clases de religión se ha convertido poco a poco en un completo desencantado de la sociedad, en un convencido de que no hay ningún ente metafísico superior al ser humano que guíe su camino. El ser humano está tendido a su suerte. Todo lo que hace lo hace porque él lo quiere y lo decide así. No hay ningún sentido profundo, inmanente o trascendente que encamine a la vida, todo está posado sobre un vacío que la gran mayoría no es capaz de soportar y que sumerge a esta sociedad en la basura en la que está, en la ausencia de valentía y de aceptación de las condiciones que uno mismo a ha generado. La noción nihilista de Rorschach es radical porque se hunde en el pesimismo, porque no considera que sea posible que el ser humano sea realmente capaz de cambiar su situación a una libertad a partir de la que diseñe una propia moralidad digna de convivencia. Rorschach ha destruido a todos los valores superiores, ha matado a dios y ha hecho de su moralidad lo que él quiere, sin embargo no está esperanzado en el cambio del mundo, cree únicamente en su deber de castigar a quien se lo merece, eliminando de a pocos, hasta donde le sea posible, a la mierda que invade a la humanidad desde sus fundamentos. Así, ya incluso desde niño no tiene problemas en aceptar que considera la bomba atómica sobre Hiroshima un buen acto, ya que a partir de eso fue posible, con el sacrificio de algunos, devolverle la paz a la tierra. Recordemos cómo desde el primer capítulo ya vemos la admiración que Rorschach siente por el presidente Truman (autor de la destrucción de Hiroshima), en quien probablemente identifica a un hombre que sí supo ponerse sobre los hombros la responsabilidad de matar a unos cuantos para salvarlos a todos. Esto, por supuesto, tendrá que ser reanalizado al final del comic.

Termino citando el nihilismo de Rorschach: “Existence is random. Has no pattern save what we imagine after staring at it for too long. No meaning save what we choose to impose. This rudderless world is not shaped by vague metaphysical forces. It is not god who kills the children. Not fate that butchers them or destiny that feeds them to the dogs. It’s us. Only us.”

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