lunes, 3 de agosto de 2009

Watchmen IV (b)

Ya había comentado en mi post anterior el cuarto capítulo de Watchmen, concentrándome en el protagonista de esta parte: Dr. Manhattan; pero mi comentario se dirigió al aspecto ontológico, a la compleja existencia de este personaje. Ahora, en una segunda parte, quisiera centrarme en el aspecto político que genera la existencia de Manhattan en el mundo. Es claro que en el mundo de Watchmen hay un antes y un después con la parición de Manhattan. Repasemos los hechos tal como se dieron. Manhattan es dado a conocer al público en 1960, bajo el lema de “The superman exist, and he’s american”. Esto ocurre 15 años después de que Norteamérica haya lanzado la bomba atómica a Hiroshima, momento en el que Jon Osterman tiene 16 años y es conducido por su padre al estudio de la física nuclear.

El texto final del capítulo sugiere que en Norteamérica se ha tomado la llegada de Manhattan como un anuncio del fin de las guerras, como una garantía de que ya nunca más surgirán conflictos bélicos de grandes magnitudes. Esto se dice porque el mayor peligro de guerra en el mundo yace en la relación que guardan entre sí Norteamérica y Rusia, dos países poderosos en medio de una carrera armamentista, política, espacial y económica. Con la aparición del Dr. Manhattan, un ‘hombre’ capaz de manipular los objetos físicos como le plazca, y capaz por lo tanto de ser usado como un arma letal e indestructible a favor de los Estados Unidos, Rusia no se atreverá a lanzar un ataque a Norteamérica, pues su derrota estaría asegurada. Ya en 1971 Manhattan es requerido para que intervenga en Vietnam, provocando que el comunismo sea derrotado, gracias a su participación. Frente a esta experiencia, no hay posibilidad de que Rusia se atreva a ponerse a la altura de Norteamérica. Esto es aprovechado por los últimos para imponer un autoritarismo solapado sobre el mundo. Ahora los Estados Unidos se saben poseedores del instrumento que los hace los más poderosos, de la corona que los pone por encima de los demás. Manhattan es utilizado como un arma de control, con él no hay país que se atreva a negarle algo a Norteamérica, este sabe que las condiciones difíciles que le ponga a otros estados van a ser finalmente aceptadas, pues, de un modo malicioso y engañoso, tienen chantajeado a todo el mundo. Manhattan es el fantasma encontrado para asustar al planeta, para tenerlo temblando y con la cabeza gacha, obedeciendo sin más opción. Manhattan es algo así como el Yavé de Moisés (del Exodo), el Dios que le pide al pueblo que lo tema y lo adore, o de lo contrario castigará a los que no se pongan de su lado. Frente a esta situación el texto final del capítulo insinúa que la única posibilidad de rebelión que le quedaría a Rusia sería la de la autodestrucción. Los comunistas podrían enviar sus misiles atómicos a Norteamérica, y Manhattan sería capaz de detener sólo el 60% de ellos, después de ello pasaría a destruir toda Rusia en un abrir y cerrar de ojos. Pero aun así, el 40% de los misiles que pasarían serían suficientes para destruir a toda América. Una matanza mutua, ningún sobreviviente.

Esto ocurre en macro, pero en la cotidianidad de los Estados Unidos la gente parece sentir una mezcla de orgullo y temor por la existencia de este nuevo ser. No terminan de entender lo que es, saben que es capaz de destruirlo todo con facilidad, todas sus vidas, saben que su poder va más allá de lo que ellos son capaces de imaginar y de soportar, pero saben a la vez que está de su parte. ¿Pero por cuánto tiempo?, ¿es eso realmente beneficioso? El ser humano común y corriente tiene que haber sufrido, con la aparición de Manhattan, una transformación en su sistema de creencias tan fuerte como lo pudo haber sido el saber que la tierra no era el centro del universo. Hay alguien allí, entre ellos, que es lo más cercano a un Dios que han visto. En una época atorada en el relativismo cotidiano, la existencia de un ser así tiene que provocar efectos radicales en los seres humanos. Los sujetos de a píe saben que este nuevo ser es una especie de garante de paz, eso les han dicho, pero eso no es lo que realmente ven en las calles. El crimen, el desorden, la corrupción siguen allí. El gran cambio ha ocurrido en lo profundo, en lo superficial todo parece seguir igual o peor. El texto final termina diciendo que, al fin y al cabo, todos están bajo la sombra del Dr. Manhattan, y esto es ciertamente algo que todos saben, pero que nadie termina de comprender, o de lo que nadie se atreve a hablar. Hay cierto aire de pesimismo en el ambiente. Después de la emoción surgida por el surgimiento de un ser de tales características, después del preguntarse una y otra vez qué es él, a 25 años de su primera aparición, cuando todos se han acostumbrado a su presencia, así no la comprendan, él huye de la Tierra, abandonándolos y provocando que Rusia comience sus acciones bélicas. Ahora todos temen a lo que pueda pasar pero se me ocurre que nadie está realmente seguro de si el ‘superhombre’ americano debería volver. No están seguros porque, como dice el texto final del capítulo, este ya no parece ser un hombre que termine guerras, este parece ser un hombre que termina mundos.

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