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lunes, 5 de enero de 2009

La frenología

Uno de los excesos en torno al tema de la relación entre el cerebro y la mente se dio en la segunda mitad del siglo XIX, en la que se hizo popular una ciencia denominada como frenología (creada por el médico Franz Joseph Gall) (la palabra griega frenós se suele traducir por ‘mente’). Esta ciencia postuló que existen zonas en el cerebro de acuerdo a las cuales la personalidad del sujeto se determina de una u otra forma. Es decir, la conformación física del cerebro determina a la mente en todos sus ámbitos, llegándose a decir que de acuerdo al desarrollo en ciertas zonas se podía predecir si alguien era racista, o si tenía tendencias criminales, e incluso cuál podía ser la posición política. Se consideraba además que no era necesario ir directamente al cerebro para ver cuáles son sus formas, sino que es suficiente con examinar las formas de las protuberancias del cráneo y de la cara para saber cuáles son las áreas que más desarrolladas tiene el cerebro. Así, los frenólogos asignaron a ciertas zonas de la cara la correspondencia con diversos aspectos de la personalidad. Un ejemplo clásico y ridículo es el de una mujer con grandes protuberancias detrás de las orejas y con dotes particularmente especiales para las relaciones sexuales. A partir de esto, se postuló que tal zona de la cabeza era la correspondiente a la habilidad para el sexo.

El exceso que comete esta pseudociencia va de la mano con, por ejemplo, el afán de Laplace por concebir un determinismo que no sólo tendríamos que aceptar, sino que además podríamos conocer a través de alguna ciencia unificada, exacta y universal. Hoy en día la frenología que está dejada de lado por su radicalidad injustificada, pero ciertamente influenció mucho en los posteriores estudios del cerebro como determinante de la psicología de los individuos.

jueves, 1 de enero de 2009

Phineas Gage

El caso de Phineas Gage es talvez el más conocido dentro de la investigación sobre la relación entre el cerebro y la psicología del ser humano.

Phineas Gage era un obrero de 25 años que trabajaba como jefe de cuadrilla en la construcción de una línea de ferrocarril en Vermont, Estados Unidos. Al parecer Gage era un hombre responsable, tranquilo y de fácil trato con los demás. El 14 de septiembre de 1848 decidió realizar la tarea de dinamitar una gran roca que estaba en medio del camino por el que debía pasar la vía del tren. Perforó la roca y la comenzó a rellenar con pólvora. En seguida, tomo una barra de hierro y comenzó a empujar la pólvora hacia el fondo del orificio. Mientras este trabajo era realizado, la barra de hierro se frotó contra una de las paredes de la roca y provocó una chispa. Esta hizo explotar la dinamita y sacó disparada a gran velocidad la barra de hierro de más de un metro de largo, 3 centímetros de diámetro y 6 kilogramos de peso con la que trabajaba Gage. La barra perforó su cabeza ingresando por la parte superior de la mejilla izquierda y saliendo por la parte superior del cráneo. En su camino, la barra perforó el cerebro en la zona del lóbulo frontal.

Phineas Gage no murió a causa del accidente e incluso no perdió la conciencia y estaba aun en capacidad de hablar y de darse cuenta de lo sucedido. Tras haberlo examinado, los médicos se sorprendieron de ver que sólo 6 horas después Gage tuviera todos sus sentidos de la percepción intactos. Ni su lenguaje, ni sus sentidos del tiempo y del espacio habían sido afectados. Sin embargo, en los siguientes días se tuvo que luchar contra la posibilidad de infección de la herida, que sí podía haber asegurado la muerte de Gage. Tal cosa no sucedió y después de dos meses fue dado de alta, con la total intención de Gage de volver a trabajar. Lo que sucedió luego es lo que interesa en el estudio de la neurociencia. Phineas Gage se recuperó plenamente en sus capacidades físicas, sin embargo, su personalidad parecía haber cambiado. De ser un tipo sociable y tranquilo, pasó a ser alguien con tendencias a la violencia y al mal humor. La psicología de Gage había cambiado considerablemente tras la modificación que había sufrido en un ámbito físico del cerebro. Las siguientes son las palabras del doctor que lo examinó en el accidente y tras él:

“Aunque su salud física parece haberse recuperado, el equilibrio entre sus facultades intelectuales y sus tendencias más animales parece haberse destruido. Es irreverente, agresivo, dado a exclamaciones profanas y vulgares (lo cual no era su costumbre), manifestando muy poca deferencia hacia sus compañeros, impaciente para realizar sus deseos, obstinado y al mismo tiempo caprichoso y vacilante, haciendo planes para el futuro que más tardan en ser planeados que en ser abandonados… En este aspecto su mente cambió radicalmente, tanto que sus amigos y conocidos dicen de él que ‘ya no es Gage’”

Tras el accidente perdió varios trabajos o renunció constantemente a ellos, se divorció y se alejó de todos aquellos que antes eran sus amigos. Luego vivió vagabundeando por los Estados Unidos, mostrándose como un milagro viviente. Murió años más tarde y hoy el cráneo y la barreta se exhiben en el museo de la Escuela de Medicina de Harvard, en Massachussets.

miércoles, 31 de diciembre de 2008

Neurona y mente

Intentar entender la relación entre lo físico y lo psicológico implica que tengamos un conocimiento básico de cuál es el aspecto físico al que se le atribuye la correspondencia con los sucesos mentales. A lo primero que tendríamos que prestar atención es a las neuronas cerebrales y al modo en que ellas funcionan.

El cerebro posee alrededor de 100000000000 (10 a la 11va potencia) neuronas. Ellas se distribuyen en una complejísima organización por medio de las denominadas dendritas y de los axones que son parte de la neurona. Las primeras son identificadas como ramificaciones (déndron es árbol en griego) que recogen información y las segundas como extensiones largas y delgadas que la distribuyen (la información puede ser acá entendida como impulsos nerviosos). Esta conducción de información puede darse a una velocidad de hasta 100 metros por segundo, velocidad que puede resultar impresionante y que hace pensar en que la transmisión desde la punta de la cabeza a la punta de los pies puede durar 1/50 de segundo, pero que puesta al lado de la velocidad con la que el computador transmite información resulta ridícula, ya que este llega a una velocidad de 297.000 km. por segundo. La diferencia es abismal.

Ahora bien, no hay que entender que se trata de un simple traslado de información. Por el contrario, debemos ser concientes de que existen diversos modos en los que la información es trasladada, y diversos tipos de información que se transmite. Toda esta amplitud de posibilidades en las que los neurotransmisores funcionan sigue siendo un campo que la ciencia no termina de aclarar del todo. Y es que no se trata simplemente de un ‘traslado’, en tal traslado hay traducción, reconocimiento, transformación, estimulación, inhibición, etc. Así mismo, no se trata de una organización arbitraria de las neuronas, por el contrario se trata de un sistema totalmente equilibrado que consiste en múltiples y complejos circuitos. Son estas redes neuronales las que constituyen el funcionamiento del sistema nervioso. Aquí se concibe que las neuronas no tienen un funcionamiento independiente, sino que funcionan únicamente en su interconexión con otras neuronas dentro de estos circuitos neuronales que tienen como base de su funcionamiento a los neurotransmisores inhibidores y excitadores. Así pues, los estímulos que excitan se ven regulados por estímulos que inhiben y viceversa, lográndose un equilibrio de autorregulación que no permita caer en estados de hiperexcitación.

Todo esto es importante porque tal mecanismo corresponde (no “controla”, no “provoca”) con lo mental. Diversos experimentos muestran que hay una relación directa entre lo psicológico y lo que ocurre en este ámbito físico del cerebro. Algunos de estos experimentos serán expuestos en siguientes post. Por ahora es importante entender esta base física y comprender que no se trata de un aspecto del que depende cómo actúa el sujeto. Tal es un error recurrente en torno a la pregunta sobre la relación entre lo psicológico y lo físico, en donde se busca quién controla a quién, cuando lo que se tiene que hacer es aclarar cómo tales distintos aspectos se correlacionan entre sí, sin que uno se superponga al otro como si fuera si amo.

Imagen exclusiva de una de las neuronas de Elvis Christo