sábado, 7 de febrero de 2009

Teología feminista


Si bien es cierto que es gracias a la teología de la liberación (TL) que nacen diversas y novedosas formas de entender la teología, como es el caso de la feminista, hay que resaltar que muchas de ellas no se consideran como parte de la TL. Esta última parece haber cometido el error de no abrirse lo suficiente a la comprensión de las inmensas posibilidades de teologías. Hay aun, en ese sentido, un residuo de la teología clásica en la TL.

Una de tales teologías que han surgido es la feminista. Ella, al igual que en el caso de la TL con la praxis, tienen como base de sus reflexiones y concepciones a la “experiencia de la mujer”. Esta “experiencia” se refiere tanto al aspecto biológico femenino como a la experiencia social. Una diferencia clave de la teología feminista (TF) con la TL es su lugar de origen. La TL surge en Sudamérica, en medio de un contexto regido por las dictaduras y la pobreza emergente en todos los países. La TF nace mas bien en Estados Unidos y en los países europeos occidentales como movimiento extra-eclesiástico y extra-académico.

No es sencillo enumerar las características básicas de la TF, sobre todo porque no es un movimiento uniforme, en él mas bien abundan los diversos puntos de vista que se oponen entre sí. Veamos algunos de ellos:

1. Dentro de la TF se pueden identificar dos tradiciones: la “humanista” y la “ginocéntrica”. La primera considera básicamente que no hay diferencias sustanciales entre hombres y mujeres. La segunda considera que sí hay una diferencia esencial, al menos implícitamente.

2. Lo anterior abre la polémica de si que es que se debe considerar la diferencia entre sexo y género como importante. Esta diferenciación es entendida por algunos como el dualismo que se podría considerar entre el cuerpo y la mente. La pregunta que surge entonces es: ¿La mujer que busca liberarse es parte de un grupo con exclusividad física o es parte de una humanidad universal? Es decir: ¿la mujer es parte de un esencialismo o de un universalismo?

3. Lo anterior abre entonces la siguiente pregunta: “¿Cómo puede uno simultáneamente defender a la mujer de carne y hueso y reconstruir a la Mujer (género, lo social)?” (E.Vuola)

4. Un problema esencial que se plantea la TF es la necesidad de hacer explícita la tendencia sexista de la Iglesia y de la Biblia, en donde la mujer siempre ha sido relegada a un puesto secundario e incluso denigrante. Frente a este problema hay básicamente dos posiciones en la TF denominadas como “reformismo” y “radicalismo”.

El reformismo intenta continuar con la tradición cristiana-judía reformulando aquellos prejuicios que han hecho a un lado a la mujer. Para este grupo hay cosas que rescatar en la tradición que ha seguido la Iglesia y la que se muestra en la Biblia. Para el radicalismo, por otro lado, ya no queda nada que rescatar; la tradición trae consigo demasiados prejuicios insalvables y es necesario crear una nueva tradición religiosa para las mujeres. Incluso, la radicalidad de este grupo suele hablar, en vez del Dios bíblico, de una Diosa prebíblica, siendo entonces común el término TEAlogía, en vez de teología (‘thea’ - femenino de ‘divino’ en griego).

La crítica que suelen hacer las “reformistas” a las “radicales” es la de su falta de análisis histórico y su extrema consideración de un dualismo entre el hombre y la mujer, cuestión que provoca el endiosamiento de la mujer y la denigración del hombre. La crítica de las “radicales” a las “reformistas” es por su falta de valor y de honestidad intelectual.

5. Existen críticas importantes de teólogas femeninas negras, en torno a la consideración usual en la TF de que hay una “experiencia femenina” única de la que se parte. Con ello se estaría dejando de lado a mujeres que no simplemente han sufrido el ser parte de una minoría maltratada de mujeres, sino también de una minoría de mujeres negras. Lo mismo se podría decir de la experiencia de las mujeres pobres sudamericanas.

No hay comentarios: