jueves, 12 de febrero de 2009

Nietzsche y el ego

Nietzsche en Ecce homo: “Que en mis escritos habla un psicólogo sin parangón alguno, quizá sea la primera idea a la que llega un buen lector, un lector como yo lo merezco, que me lea como los buenos filólogos de antaño leían a su Horacio.

…Dejemos de lado a los poetas: quizá nunca se haya alcanzado un desbordamiento similar de fuerzas. Mi concepto de lo ‘dionisíaco’ devino aquí acción suprema: comparado con ella, todo el resto del obrar humano se revela pobre y condicionado. Decir que un Goethe, un Shakespeare no sabrían cómo respirar ni un solo instante en esta atmósfera pasional y esta altura monstruosas… es lo mínimo que se puede decir aquí, y no da idea siquiera de la distancia, de la soledad celeste en la que vive la obra… Antes del Zaratustra, no existe ninguna sabiduría, ningún escrutinio del alma, ningún arte de hablar.

…Cuando me juzgo a la luz de lo que puedo…, tengo más que ningún otro mortal derecho a la palabra ‘grandeza’.

…Mi suerte quiere que yo tenga que ser el primer hombre decente, que yo me sepa en contradicción a la mendacidad de milenios… Yo he sido el primero en descubrir la verdad, pues he sido el primero en sentir la mentira como mentira… Yo soy un alegre mensajero como no ha existido jamás… Sólo a partir de mí existe sobre la faz de la tierra la gran política.”

Definitivamente la auto-adulación que se hace Nietzsche le puede resultar a muchos por lo menos odiosa y engreída. Otros tantos la tomarán como indicio de la constante locura que lo atormentaba y algunos la tomarán simplemente como la expresión de la particularísima personalidad del filósofo. Sin embargo, me topé con un muy buen ensayo de Sloterdijk en el que postula que este aspecto radicalmente narcisista de Nietzsche no es simplemente un rasgo de su psicología, sino que es parte importantísima para comprender su pensamiento filosófico. Sloterdijk encuentra que este lenguaje utilizado por Nietzsche es parte esencial de la transformación que él buscaba. Después de la muerte de dios y de la anulación de la dependencia a valores supremos, para pasar a convertirnos nosotros mismos en “espíritus libres” capaces de trasvalorar los valores antiguos, es necesario el surgimiento de un lenguaje que deje de dar muestras de dependencia y que se muestre como ensalzamiento del yo, del sujeto creador que soy. Esto es romper con el lenguaje antiguo que sobredimensionaba lo externo, lo que nos humilla y nos obliga a olvidarnos de nuestra condición creadora.

En palabras de Sloterdijk: “Quisiera proponer la hipótesis, por consiguiente, de que el “narcisismo” nietzscheano no es tanto un fenómeno relevante concerniente a las investigaciones psicológico-individuales como un acontecimiento que marca una cesura en la historia lingüística de la vieja Europa.” Luego agrega: “es legítimo comprender los atentados de Nietzsche contra la discreción como acciones revisionistas que pretenden contradecir de un modo casi furibundo la tradicional moral antiegoísta. …Lo que Nietzsche tiene en mente no es el júbilo indistinto y sin criterio de uno mismo como pura existencia: sostiene con toda su fuerza la idea de que es justo la existencia la que debe hacer méritos para ganarse su propio júbilo o mejor dicho, para desarrollarse y crecer en medio de su júbilo.”

Así, Sloterdijk identifica en Nietzsche al auténtico creador del individualismo que hoy en día es tan común en nuestra sociedad occidental. Un individualismo que Sloterdijk no toma como una simple disposición psicológica del mundo actual, sino como un aspecto antropológico a partir del que ha surgido un nuevo ser humano que hoy es capaz de relacionarse con todo aspecto de la sociedad desde su Yo marcado y particular. Ahora bien, por supuesto que Sloterdijk identifica a este ser humano individualista que intenta diferenciarse de los demás como una especie que abunda y que se ha convertido en lo común, en lo que precisamente no es lo diferenciado.

Otra de las cosas a las que Sloterdijk apunta es a la proliferación que se ha dado de esta condición del ser humano nacida en Nietzsche. Para este era necesario (y natural) generar este lenguaje no sólo como auto-adulación, sino además (y esto es lo más importante) como exigencia a los demás de la misma actitud. En este sentido, Sloterdijk identifica en Nietzsche una “esponsorización total” que apuntaba a ‘triunfar’ a modo de publicidad. Dice Sloterdijk sobre Nietzsche: “él impuso su nombre como etiqueta de un producto espiritual exitoso, de una droga literaria life style o way of life superior, el diseño nietzscheano del individualismo: ‘¡Nosotros, los espíritus libres!’, ‘¡nosotros, los que vivimos peligrosamente!’.”

Sin dudas, la importancia de la tesis de Sloterdijk es el saber ir más allá del simple análisis del carácter nietzscheano, para ahondar en la nueva actitud existencial que se está postulando (¿Que se está postulando? ¡Que se está liberando y viviendo, y que se está exigiendo liberar!). Esto me parece clave porque aclara la dimensión de lo narcisista en Nietzsche, que ha sido profundamente malentendida por mucho tiempo. No se trata pues simplemente de una ‘personalidad difícil’, se trata mas bien de una dimensión fundamental de lo que postula Nietzsche. Para “matar a dios” es necesario no simplemente despertar a la nueva situación, sino revelarse a ella desde la actitud del revolucionario que se sabe portador de un valor que hasta entonces ha sido hecho a un lado, haciéndolo implosionar para enfrentarse a aquello que ha sido siempre tomado como lo supremo, y para soportar después de ello a lo “abismal”, a lo que queda en el devenir, en el mundo que se ha desnudado, para el “nihilismo activo” que pedía Nietzsche. El “ego” no es acá asunto de altanería, o de inteligencias sobredimensionadas, es asunto de una nueva actitud fundamental. Actitud que Nietzsche inició radicalmente (como casi todo lo que inicia) con un lenguaje que no es simple trasmisor del mensaje, sino que es él mismo la nueva actitud que se extiende y se muestra a sí misma como la revolución.

[Fuente: Sloterdijk. “Sobre la mejora de la buena nueva”, 2000.]

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