domingo, 17 de mayo de 2009

El Comic


Comics: la nueva obsesión. Moore, Miller, Oesterheld, Millar, Gaiman, Spiegelman, y más han reemplazado (violentamente) a Borges, Freud, Homero, Platón, y (aunque no lo crean) hasta a Wittgenstein.


Desde el Batman de Starlin hasta los ratones y gatos de Spiegelman, pasando por la Guerra Civil entre superhéroes de Millar, el Buenos Aires invadido de Oesterheld, el terrible Joker de Morrison o los Minutemen de Moore, todo me ha dado algo nuevo por lo que emocionarme y por lo que reflexionar. Un nuevo lenguaje absolutamente diferente y sorprendente cada vez. Con mi aun poca experiencia, según lo veo el comic es un arte único por la siguiente razón: combina, de forma a veces complejísima, la experiencia de la percepción de imágenes con la experiencia de la lectura de textos. Ambas experiencias, cada una por su lado, son procesos básicos en el ser humano de comprensión, valoración e interpretación de la realidad. Ambas experiencias -la lectura de un texto y la contemplación de una imagen- dan lugar a originales experiencias ontológicas con sus propias formas de interiorización y exteriorización: entro en contacto con una dimensión de la realidad que me nutre como sujeto, y a la vez yo nutro a esa realidad, configurándola según mis comprensiones e interpretaciones. Un dame que de doy mutuo, constante, interminable y en cada caso único. Pero el comic no es simplemente una mezcla de estas dos formas de experiencia estética; el comic, al compenetrar de formas tan especiales estos dos ámbitos, crea una nueva experiencia, en la que la imagen no puede separarse del texto, en la que el texto deja de ser simplemente texto y pasa a ser él mismo parte de la imagen, y del mismo modo, la imagen pasa a ser ella misma parte del texto. Pero no simplemente texto o imagen, algo nuevo se ha generado, un nuevo lenguaje, con sus propios, originales y hasta inefables fundamentos, modos de movimiento, de apertura, de limitación.

Hay un par de aspectos que me parecen fundamentales en este lenguaje particular del comic: el silencio y lo estático -entendidos dentro de la complementación especial entre imagen y texto. Ambos, según lo veo, constituyen los núcleos del comic en los que entra el papel de la imaginación del lector. Acá por supuesto, queda la tentación de pensar al silencio y a lo estático como dos vacíos que son llenados por la imaginación, sin embargo la cuestión es mucho más compleja. La imaginación no simplemente ‘llena’ estos espacios, precisamente porque no son espacios vacíos en ningún sentido; lo que ocurre, me parece, es que la imaginación interactúa con estas dos dimensiones inseparables en el comic, creando así una autorepresentación especial de la obra artística, así como una relación particular con ella. Yo siento en el silencio y en lo estático a algo así como la ventana única de este arte, la ventana en la que le es posible al lector entrar en una dimensión especial que no encontrará en algún otro lenguaje, no del modo en que acá se la encuentra. Ahora, como dije, se trata de una ventana, y en ella no se acaba la posibilidad del comic, por el contrario, es a partir de ella que se abre la posibilidad de contar lo que se quiera contar en la obra. Y ojo, que acá no sólo se trata de contar. Es decir, siempre he considerado que en el arte hay -de forma muy general- dos posibilidades básicas de expresión: el contar algo, y el mostrar algo. Hay obras que se dedican preferentemente a contarnos algo -no necesariamente en el sentido de relatarnos una historia con principio y fin, sino en el sentido de que hay más interés por ir diciendo cosas progresivamente, sea cual sea el objetivo (por ejemplo: ‘Cien años de soledad’ de García Márquez o ‘Paths of glory’ de Kubrick); y hay obras que se dedican mas bien a mostrarnos algo -ya no hay estructura progresiva, sino que el objetivo parece estar en cada trozo de la obra (por ejemplo, cualquiera de la poesías tardías de Pizarnik o ‘Las 4 estaciones’ de Vivaldi). (Esta diferencia entre el contar y el mostrar está obviamente influenciada por la diferencia entre el decir y el mostrar del Wittgenstein del Tractatus.) (Incluso se me ocurre que podría pensarse la diferencia entre el contar y el mostrar en base a la diferencia entre la poiesis y la praxis de Aristóteles.) Ahora, aunque prácticamente todas las obras artísticas combinan estos dos aspectos del contar y el mostrar, hay algunas que lo hacen de un modo extraordinario, haciendo las dos cosas a la vez y en igual proporción magníficamente. Esto ocurre mucho en el cine y en la música. Pero me atrevo a decir que es talvez en el comic en donde hay más facilidad para que se dé exitosamente esta combinación perfecta entre el contar algo y el mostrar algo. El lenguaje natural del comic parece prestarse totalmente a que se dé a la vez el hecho de ir contando una historia en la progresión de los cuadros, y el de ir mostrando algo en cada página, y en cada cuadro, en donde la imagen se convierte en un factor primordial para la comprensión de la obra. Este contar y mostrar a la vez del comic es muestra de la riqueza de su lenguaje particular y complejísimo.

El comic como experiencia estética nos abre entonces a posibilidades inimaginables en cualquier otro arte, no porque sea mejor, sino porque es diferente, porque cada arte tiene su propio modo de generar dimensiones ontológicas complejas y únicas. Modos que, por supuesto, van cambiando, se van transformando. Eso lo he sentido una y otra vez en el comic. No es lo mismo leer la helada y -aunque solapada para los distraídos- profundísima crudeza de Spiegelman en Maus; o la oscuridad acida y pesada del Batman de Miller; lo mismo ocurre con los Watchmen de Moore, en donde se vive -como en ningún otro lugar he encontrado- una auténtica guerra fría en cada segmento del comic; o con el Eternauta de Oesterheld, que nos permite experimentar la tragedia del ser humano que resiste sabiéndose débil e insignificante frente al poder que sabe que no puede sacarse de encima.

Seguiré entonces nutriéndome de esta nueva experiencia. Y usted, que talvez tiene ciertos prejuicios sobre el comic (musculosos con el calzoncillo encima del pantalón enfrentando a villanos más graciosones que malosos), atrévase a quitárselos de encima, y a meterse a este mundillo, que vale la pena. Únase a mí, en el camino de transformación hacia la incomprendida vida del freaky.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué genial que haya más interés filosófico en un medio como los cómics. Justo estoy leyendo "Understanding Comics" de Scott McCloud y realmente es un medio mucho más complejo de lo que normalmente se cree, y también uno que tiene mucho sentido para nuestra época.

Acabo de terminar de leer Watchmen hace unos días y quedé fascinado. Hay tantos temas para conversar ahí. Por ahí y sería interesante hacer algo más sobre el tema - y, quizás hasta se pueda armar una mesa al respecto en el simposio de estudiantes o algo por el estilo.

R.M.O. dijo...

Esa mesa sería genial, me apunto. Con suerte una amiga me podrá traer de USA en los próximos días un libro titulado "Watchmen and Philosophy" en donde habría una serie de ensayos filosóficos sobre el comic de Moore. Ojalá. Los comics son de hecho material riquísimo para reflexión (y aun más ese en específico), valdría la pena una amplia discusión sobre el tema.

PD: acabo de leerme el comic "The Killing Joke" del mismo Moore y es A-LU-CI-NAN-TE. Qué bestia. Moore se pasa.