sábado, 28 de febrero de 2009

Zizek: guía de cine para pervertidos

Me topé -en uno de los canales de películas que el aparato nuevo de cablemágico trae por un tiempo y que luego el muy desgraciado me quitará pidiéndome más dinero- con una interesantísima película (o documental) llamada ‘Pervert’s guide to cinema’ en la que el filósofo Slavoj Zizek analiza desde un punto de vista psicoanalítico-filosófico varias películas de Lynch, Chaplin, Hitchcock, Tarkovsky, entre otros. Podría decirse que la tesis principal alrededor de la que gira todo el discurso de Zizek es que el cine es el arte que permite, mucho más que cualquier otro, experimentar las fantasías que se forma el ser humano cuando se topa con situaciones que no puede tomar bajo su control en la realidad; siendo tales fantasías, por supuesto, la nueva realidad misma. Ya casi al final del documental Zizek dice algo así como que el cine, en su ficción, representa una realidad que puede ser concebida en ocasiones como incluso más real que la realidad misma. Pero bueno, no creo estarle haciendo justicia a la película intentando explicar cómo la entendí. Ella es mucho más rica que cualquier cosa que pueda escribir acá. Dejo unos cuantos videos y me marcho a intentar conseguirla.







jueves, 26 de febrero de 2009

K.Pahlen: sociología de la música

Recién leí el excelente libro “¿Qué es la música?” de Kurt Pahlen. Breve, clarísimo y muy completo, creo que es una de las mejores cosas que he leído en torno a la música. Realiza, además de una excelente exposición de su evolución técnica, una sociología de la música brillante, leyendo muy bien la relación directa entre la evolución social y la evolución artística a lo largo de la historia. Resulta muy interesante además el análisis que hace, alrededor del año 1950, de la aparición del, para él, nuevo fenómeno de la música electrónica. Pahlen considera que tal debe ser la nueva, y talvez la más grande, revolución que se ha dado en la música (antes ha identificado 4 revoluciones: la invención de la escritura musical; la invención de la imprenta, con lo que se proliferan las partituras; el invento de la grabación de la música; y la difusión a través de la radio). La tesis que mueve a todo el libro es que nunca había ocurrido una expansión tan grande del arte de la música, y que probablemente sea algo que siga creciendo de un modo que él ni podría imaginarse. Su predicción fue claramente correcta. Lamentablemente también predice cosas no tan auspiciosas, como el alejamiento de la música de lo espiritual, para acercarse más a lo material. Esta predicción también fue correcta.

Pero bueno, mi intención era dejar un par de citas del libro que me parecieron muy interesantes:

“Hoy los grandes impulsos y las hondas emociones son privilegio de muy pocos mientras la masa sucumbe cada vez más en rutina y materialismo, los dos grandes enemigos de la humanidad.”

“Para las grandes masas la música ha bajado al nivel de una diversión…que puede buscarse u omitirse según se desee. Muy pocos son los que sienten la necesidad espiritual del arte; pocos los que deseen comunicarse mediante él con Dios, con el prójimo o consigo mismo” (el énfasis en cursivas es mío)

“Hay misiones que no pueden cumplirse sin el continuo entusiasmo del alma, y entre ellas está, creo, la música. Y sólo almas excepcionales pueden arder todos los días de nuevo con la llama sagrada que el arte exige. …El músico que sirve a su profesión con rutina solamente se encuentra tan lejos de su misión como un sacerdote indiferente o como un político que predica la libertad por ser ese su negocio.”

Kurt Pahlen

lunes, 23 de febrero de 2009

Male Unbonding

De la tristeza a la risa, un momento para reir, de un correo que me llegó y que no sé de donde salió. El humor no tiene por qué ser grosero XD.

lunes, 16 de febrero de 2009

Freud borracho

Matt Ridley realiza este ligero examen del fenómeno del psicoanálisis en su libro “Nature Via Nurture. Genes, Experience, and What Makes Us Human”:

“La extraordinaria difusión del psicoanálisis entre 1920 y 1970 se debe más al marketing que a los éxitos terapéuticos. Al hablar con los enfermos sobre sus infancias, los analistas ofrecían una humanidad y simpatía hasta entonces inexistentes. Esto les hizo populares cuando las alternativas eran un sueño profundo a base de barbitúricos, el coma insulínico, la lobotomía y las convulsiones provocadas por el choque eléctrico: todas ellas desagradables, adictivas o peligrosas. …En realidad, los psicoanalistas podrían ofrecer ahora sus servicios a aquellos que más que estar enfermos eran desgraciados, y que pagarían bien por la oportunidad de contar la historia de su vida mientras yacían en el diván.

...El ‘tratamiento parlante’ mejoró notablemente las actuales alternativas. Pero, como tantas veces ocurre, el psicoanálisis se extralimitó y empezó a alegar que no sólo no eran necesarias otras explicaciones, sino que eran moral y objetivamente erróneas. Las explicaciones biológicas de la enfermedad llegaron a ser una herejía. Al igual que todas las religiones vigentes, el psicoanálisis redefinió el escepticismo de un modo ingenioso como una prueba más de que sus servicios eran necesarios. Si un médico recetaba un sedante o ponía en duda una historia psicoanalítica, simplemente estaba expresando su propia neurosis.”

A ver... el problema del psicoanálisis -tal como yo lo veo- es más o menos el siguiente: Se ha postulado una serie de hipótesis muy ingeniosas y muy efectivas en la práctica (la ayuda que el método del psicoanálisis provee es innegable), sin embargo, a partir de ellas, con la terrible y acostumbrada actitud científica que se pretende el privilegio viviente del mundo, se ha cometido más de un error. Identifico tres: (1) se han tomado tales hipótesis, que carecen de fundamentos empíricos o psicológicos (un estudio concienzudo de la psique en todos sus aspectos) y que no pasan de ser ingeniosas y útiles explicaciones, para convertirlas en regla general e intocable. Las hipótesis psicoanalistas, que bien nos servirían para aclarar más el estudio de la psicología humana, han sido adoptadas -producto de la flojera y la ingenuidad de tantos- como LA explicación, la mejor y la única, o en todo caso, la más cercana a la realidad. Acá podemos identificar el siguiente problema, (2) que es el de considerarse a sí mismo como explicación de la realidad, cuando el psicoanálisis es valioso en tanto que es útil como solución al problema, mas no tanto como explicación del problema. La terapia psicoanalista no tiene como fin llegar a la verdad, tiene como fin desintegrar un problema por medio de lo que yo identifico como un tratamiento del lenguaje del individuo (y por lo tanto del mismo individuo), en donde se busca, a partir del discurso propio, liberar lo que subyace a la actitud problemática que ha adoptado el paciente; liberación de uno mismo en el lenguaje. Y por último (3) a todo esto se le suma la exageración y extravagancia de ciertas hipótesis psicoanalíticas que, con la actitud dogmática antes expuesta, nacen postulando cosas que bajo cualquier examen de sentido común parecen más cercanas al humor que a la ciencia. Es como si tras algunos tragos relajantes de hipótesis valiosas e ingeniosas, el psicoanalista se hubiera emborrachado y hubiera convertido su estudio en un sombrero mágico: ‘Y el siguiente truco que sacaré de mi sombrero mágico se llama… ¡complejo de Edipo! Y ahora explicaré tu homosexualidad como… ¡conflictos profundos con tu padre en tu niñez!’ (como si la homosexualidad fuera una enfermedad; a esas estupideces se llega).

La ayuda que el psicoanálisis provee es incuestionable. Un tratamiento que permite tratar al paciente como ser humano complejo y capaz de liberarse en el lenguaje, y no como ser de simples hechos físicos, es siempre loable. Lo problemático es la actitud altanera que se toma y la embriaguez en la que se cae una vez que se ha convencido a la mayoría de que se es el nuevo portador de la verdad. Qué mal más evidente y ridículo el de la psicología, creerse una ciencia con métodos objetivos, cuando es mas bien una disciplina que no debería estar en busca de verdades, sino en busca de aclarar por medio de varios puntos de vista la complejidad in-desmenuzable de la psicología humana.

domingo, 15 de febrero de 2009

The Robbery

Más que una promesa, fue un compromiso, y lo sigue siendo.

Sobre la teoría de la relatividad:

"Cuando un hombre se sienta con una chica bonita durante una hora, parece que fuese un minuto. Pero déjalo que se siente en una estufa caliente durante un minuto y le parecerá más de una hora. Eso es relatividad" - Einstein.


¿Qué tan relativo es el ser?






viernes, 13 de febrero de 2009

Bien muerta

Y otro más...

Bien muerta

Nadie paraba de correr a mi alrededor por toda la habitación. Algunos avanzaban arrodillados y rezaban en su nombre para que no les hiciera daño. Yo me quedé parado observando su soberbio vuelo. Agitaba sus alas como si fueran enormes, como si pudiera derrumbar las cuatro paredes con ellas. Yo apenas las vi pensé que eran las más pequeñas y livianas que había visto en mi vida. Sin embargo, el embriagador miedo de la gente que tenía alrededor comenzaba a hacer que viera a las alas cada vez más grandes. Nadie se mantenía quieto y de cuando en cuando alguien que pasaba por mi lado, me miraba y me gritaba: “¡corre!, ¡corre!, ¡porqué no corres!, ¡no te das cuenta que tenemos que correr!, ¡corre en su nombre!, ¡corre para que nos mantenga con vida!” Entonces, yo dudaba un instante y me disponía a correr, pero hasta el momento siempre había logrado detenerme, abrir bien los ojos, observar su fealdad y su pequeñez, y tranquilizarme. De pronto, un anciano se me acercó furtivamente, se tiró al suelo y me abrazó las piernas llorando. “¿Usted puede calmarla? ¡Cálmela por favor! ¡No deje que nos castigue!” Yo lo miré y me agaché para ponerme a su altura. “¿Porqué le tienen tanto miedo?” le pregunté. “¡Por sus alas! ¡Por su grandeza! ¡Por su poder infinito!” me contestó. “¡Pero si es tan pequeña!” le dije. “¡No! ¡Silencio! ¡No diga eso! ¡La hará enfadar!” Entonces, me soltó y siguió corriendo hacia todos lados junto a los demás. En ese momento, la cucaracha posó su pequeñez en una de las paredes. Todos se detuvieron, la miraron y se alejaron de ella lentamente. Nadie se atrevía a hablar, todos la miraban con rostro asustado y algunos susurraban súplicas para que ella les tuviera piedad. Yo, tras mirarlos extrañado, volví mis ojos hacia la cucaracha. Estaba enorme, grandísima, sus alas brillaban y sus patas se habían alargado de modo que parecían ocupar casi toda la pared. “¡Pero no puede ser!” pensé. “¡Si hace unos segundos era tan pequeña!” Comencé a caminar hacia ella para verla más de cerca y comprobar la transformación. Avancé lentamente, tratando de no hacer ningún ruido, no quería que alce su vuelo otra vez y provoque el desorden de antes. Me acerqué al fin lo suficiente y mi mirada se posó atentamente en ella cuestionando su tamaño: era pequeñísima otra vez. “¡Cucaracha farsante!” grité. Más de uno comenzó a llorar atrás mío. Algunos comenzaron a gritar sus rezos. Entonces, me di vuelta furioso: “¡Basta! ¡Porqué le tienen tanto miedo a esta maldita cucaracha!” El anciano que se había echado a mis pies avanzó hacia mí y me gritó: “¡Desalmado!” En seguida todos le siguieron en coro. “¡Desalmado! ¡Desalmado!” Algunas señoras se jalaban los pelos; una en particular comenzó a golpear su cabeza contra la pared mientras gritaba “¡Castíganos! ¡Castíganos a todos!” Cuando yo intenté acercarme a ella para que detuviera su locura, la cucaracha alzó vuelo otra vez. Caos. Me uní a él. Comencé a correr furioso entre todos. Al principio no tenía ninguna ruta a seguir, simplemente corría tratando de chocar contra todo aquel que pasara delante mío. Luego, vi a la cucaracha pasar por mi lado. Comencé a perseguirla. Lo hice descontroladamente. Trataba de tocarla con mis manos pero cada que estaba a punto de hacerlo alguien se cruzaba en mi camino y provocaba que me aleje de ella. Creo que pasaron varios días para que la maldita decidiera al fin posarse otra vez sobre una de las paredes. Todos se detuvieron, igual que la vez pasada. Yo también lo hice, me agaché y me saqué el zapato. Me acerqué a la voladora y sin pensarlo dos veces la aplasté con todas mis fuerzas. Cuando separé el zapato de la pared ella había quedado pegada a él. Sólo quedaba una especie de pus asqueroso en la planta. Una de las patas aun se movía, así que chanqué el zapato contra el piso varias veces, para matarla definitivamente y para despegarla de ahí. “Bien muerta” dije. Me puse de nuevo el zapato y me paré. Giré, miré a la gente y recién me di cuenta del silencio absoluto que se había apoderado de la habitación. El anciano se había desmayado al fondo y nadie le prestaba ayuda, todos estaban ocupados mirándome con ojos absortos. Nadie parpadeaba, nadie respiraba. Todos me observaban temblando y con la boca abierta.

Supe entonces que yo era el siguiente.

jueves, 12 de febrero de 2009

Nietzsche y el ego

Nietzsche en Ecce homo: “Que en mis escritos habla un psicólogo sin parangón alguno, quizá sea la primera idea a la que llega un buen lector, un lector como yo lo merezco, que me lea como los buenos filólogos de antaño leían a su Horacio.

…Dejemos de lado a los poetas: quizá nunca se haya alcanzado un desbordamiento similar de fuerzas. Mi concepto de lo ‘dionisíaco’ devino aquí acción suprema: comparado con ella, todo el resto del obrar humano se revela pobre y condicionado. Decir que un Goethe, un Shakespeare no sabrían cómo respirar ni un solo instante en esta atmósfera pasional y esta altura monstruosas… es lo mínimo que se puede decir aquí, y no da idea siquiera de la distancia, de la soledad celeste en la que vive la obra… Antes del Zaratustra, no existe ninguna sabiduría, ningún escrutinio del alma, ningún arte de hablar.

…Cuando me juzgo a la luz de lo que puedo…, tengo más que ningún otro mortal derecho a la palabra ‘grandeza’.

…Mi suerte quiere que yo tenga que ser el primer hombre decente, que yo me sepa en contradicción a la mendacidad de milenios… Yo he sido el primero en descubrir la verdad, pues he sido el primero en sentir la mentira como mentira… Yo soy un alegre mensajero como no ha existido jamás… Sólo a partir de mí existe sobre la faz de la tierra la gran política.”

Definitivamente la auto-adulación que se hace Nietzsche le puede resultar a muchos por lo menos odiosa y engreída. Otros tantos la tomarán como indicio de la constante locura que lo atormentaba y algunos la tomarán simplemente como la expresión de la particularísima personalidad del filósofo. Sin embargo, me topé con un muy buen ensayo de Sloterdijk en el que postula que este aspecto radicalmente narcisista de Nietzsche no es simplemente un rasgo de su psicología, sino que es parte importantísima para comprender su pensamiento filosófico. Sloterdijk encuentra que este lenguaje utilizado por Nietzsche es parte esencial de la transformación que él buscaba. Después de la muerte de dios y de la anulación de la dependencia a valores supremos, para pasar a convertirnos nosotros mismos en “espíritus libres” capaces de trasvalorar los valores antiguos, es necesario el surgimiento de un lenguaje que deje de dar muestras de dependencia y que se muestre como ensalzamiento del yo, del sujeto creador que soy. Esto es romper con el lenguaje antiguo que sobredimensionaba lo externo, lo que nos humilla y nos obliga a olvidarnos de nuestra condición creadora.

En palabras de Sloterdijk: “Quisiera proponer la hipótesis, por consiguiente, de que el “narcisismo” nietzscheano no es tanto un fenómeno relevante concerniente a las investigaciones psicológico-individuales como un acontecimiento que marca una cesura en la historia lingüística de la vieja Europa.” Luego agrega: “es legítimo comprender los atentados de Nietzsche contra la discreción como acciones revisionistas que pretenden contradecir de un modo casi furibundo la tradicional moral antiegoísta. …Lo que Nietzsche tiene en mente no es el júbilo indistinto y sin criterio de uno mismo como pura existencia: sostiene con toda su fuerza la idea de que es justo la existencia la que debe hacer méritos para ganarse su propio júbilo o mejor dicho, para desarrollarse y crecer en medio de su júbilo.”

Así, Sloterdijk identifica en Nietzsche al auténtico creador del individualismo que hoy en día es tan común en nuestra sociedad occidental. Un individualismo que Sloterdijk no toma como una simple disposición psicológica del mundo actual, sino como un aspecto antropológico a partir del que ha surgido un nuevo ser humano que hoy es capaz de relacionarse con todo aspecto de la sociedad desde su Yo marcado y particular. Ahora bien, por supuesto que Sloterdijk identifica a este ser humano individualista que intenta diferenciarse de los demás como una especie que abunda y que se ha convertido en lo común, en lo que precisamente no es lo diferenciado.

Otra de las cosas a las que Sloterdijk apunta es a la proliferación que se ha dado de esta condición del ser humano nacida en Nietzsche. Para este era necesario (y natural) generar este lenguaje no sólo como auto-adulación, sino además (y esto es lo más importante) como exigencia a los demás de la misma actitud. En este sentido, Sloterdijk identifica en Nietzsche una “esponsorización total” que apuntaba a ‘triunfar’ a modo de publicidad. Dice Sloterdijk sobre Nietzsche: “él impuso su nombre como etiqueta de un producto espiritual exitoso, de una droga literaria life style o way of life superior, el diseño nietzscheano del individualismo: ‘¡Nosotros, los espíritus libres!’, ‘¡nosotros, los que vivimos peligrosamente!’.”

Sin dudas, la importancia de la tesis de Sloterdijk es el saber ir más allá del simple análisis del carácter nietzscheano, para ahondar en la nueva actitud existencial que se está postulando (¿Que se está postulando? ¡Que se está liberando y viviendo, y que se está exigiendo liberar!). Esto me parece clave porque aclara la dimensión de lo narcisista en Nietzsche, que ha sido profundamente malentendida por mucho tiempo. No se trata pues simplemente de una ‘personalidad difícil’, se trata mas bien de una dimensión fundamental de lo que postula Nietzsche. Para “matar a dios” es necesario no simplemente despertar a la nueva situación, sino revelarse a ella desde la actitud del revolucionario que se sabe portador de un valor que hasta entonces ha sido hecho a un lado, haciéndolo implosionar para enfrentarse a aquello que ha sido siempre tomado como lo supremo, y para soportar después de ello a lo “abismal”, a lo que queda en el devenir, en el mundo que se ha desnudado, para el “nihilismo activo” que pedía Nietzsche. El “ego” no es acá asunto de altanería, o de inteligencias sobredimensionadas, es asunto de una nueva actitud fundamental. Actitud que Nietzsche inició radicalmente (como casi todo lo que inicia) con un lenguaje que no es simple trasmisor del mensaje, sino que es él mismo la nueva actitud que se extiende y se muestra a sí misma como la revolución.

[Fuente: Sloterdijk. “Sobre la mejora de la buena nueva”, 2000.]

miércoles, 11 de febrero de 2009

Autoconfianza e inconformidad

“En todas partes la sociedad se conjura contra la humanidad de cada uno de sus miembros. La sociedad es una asociación anónima de acciones en la que, para asegurar mejor el pan diario de cada accionista, sus miembros se ponen de acuerdo en eliminar la libertad y la cultura de sus comensales. La virtud más deseada es la conformidad. La autoconfianza es, pues, su enemiga. Esta sociedad no valora las realidades ni los creadores, sino los nombres y las costumbres.

Quien aspira a ser un hombre, ha de ser un inconformista; quien desee ganarse los laureles de la inmortalidad, no debe dejarse obstaculizar por el nombre de la bondad, sino que debe investigar si en verdad eso es bondad. ...Tu bondad ha de tener algún tipo de aristas, o de lo contrario no será nada. La doctrina del odio ha de predicarse como compensación de la doctrina del amor cuando esta consiste en lamentos y gimoteos.

…Abandona tu teoría, igual que José dejó su manto sobre la adúltera, y lárgate. Tu conformismo no explica nada. Actúa como individuo y todo lo que hayas hecho como individuo te justificará en el día de hoy. Los siglos no hacen sino conspirar contra la salud y la autoridad del alma. …La historia no es más que una impertinencia y un agravio, sobre todo cuando pretende ser algo más que una jubilosa apología o una parábola de mi ser y devenir.”

Ralph Waldo Emerson (en “Autoconfianza”, 1841)

…Y dicen que la filosofía norteamericana no existe.

domingo, 8 de febrero de 2009

El heroe y la hora de morir



"Football Season Is Over

No More Games. No More Bombs. No More Walking. No More Fun. No More Swimming. 67. That is 17 years past 50. 17 more than I needed or wanted. Boring. I am always bitchy. No Funfor anybody. 67. You are getting Greedy. Act your old age. RelaxThis won't hurt."

Hunter S. Thompson
(nota suicida)

sábado, 7 de febrero de 2009

Cowboy Bebop Soundtrack #1 Baby!!!


Un supersancohao de anime, jazz, elementos cowboy y combos futuristicos... mas para que broster. Cowboy Bebop es una joyita del anime el cual es considerado uno de los mejores de todos los tempos, y lo firmo y confirmo... desde los personajes hasta las animaciones, el guion inmediato y el transfondo... una produccion con bastante actitud alpinchista.

Ahora les presento una de las cosas que hace tan grande a la serie... el soundtrack; contiene porsupuesto el rico jazz, en todos sus humores. Por ahi tambien encontraran una buenisima balada, el sabroso blues y una de world music... a la onda de Gabriel. Escuchando esto se daran una idea de la onda de la serie, ya qe define a sus personajes con excelencia y se combina con la animacion de manera genial... sin duda alguna, uno de los mejores soundtracks que he escuchado.


Presiona al bebop man!!

... Y diganme si con este intro no les da ganas de bajarse un par de choros con style

Teología feminista


Si bien es cierto que es gracias a la teología de la liberación (TL) que nacen diversas y novedosas formas de entender la teología, como es el caso de la feminista, hay que resaltar que muchas de ellas no se consideran como parte de la TL. Esta última parece haber cometido el error de no abrirse lo suficiente a la comprensión de las inmensas posibilidades de teologías. Hay aun, en ese sentido, un residuo de la teología clásica en la TL.

Una de tales teologías que han surgido es la feminista. Ella, al igual que en el caso de la TL con la praxis, tienen como base de sus reflexiones y concepciones a la “experiencia de la mujer”. Esta “experiencia” se refiere tanto al aspecto biológico femenino como a la experiencia social. Una diferencia clave de la teología feminista (TF) con la TL es su lugar de origen. La TL surge en Sudamérica, en medio de un contexto regido por las dictaduras y la pobreza emergente en todos los países. La TF nace mas bien en Estados Unidos y en los países europeos occidentales como movimiento extra-eclesiástico y extra-académico.

No es sencillo enumerar las características básicas de la TF, sobre todo porque no es un movimiento uniforme, en él mas bien abundan los diversos puntos de vista que se oponen entre sí. Veamos algunos de ellos:

1. Dentro de la TF se pueden identificar dos tradiciones: la “humanista” y la “ginocéntrica”. La primera considera básicamente que no hay diferencias sustanciales entre hombres y mujeres. La segunda considera que sí hay una diferencia esencial, al menos implícitamente.

2. Lo anterior abre la polémica de si que es que se debe considerar la diferencia entre sexo y género como importante. Esta diferenciación es entendida por algunos como el dualismo que se podría considerar entre el cuerpo y la mente. La pregunta que surge entonces es: ¿La mujer que busca liberarse es parte de un grupo con exclusividad física o es parte de una humanidad universal? Es decir: ¿la mujer es parte de un esencialismo o de un universalismo?

3. Lo anterior abre entonces la siguiente pregunta: “¿Cómo puede uno simultáneamente defender a la mujer de carne y hueso y reconstruir a la Mujer (género, lo social)?” (E.Vuola)

4. Un problema esencial que se plantea la TF es la necesidad de hacer explícita la tendencia sexista de la Iglesia y de la Biblia, en donde la mujer siempre ha sido relegada a un puesto secundario e incluso denigrante. Frente a este problema hay básicamente dos posiciones en la TF denominadas como “reformismo” y “radicalismo”.

El reformismo intenta continuar con la tradición cristiana-judía reformulando aquellos prejuicios que han hecho a un lado a la mujer. Para este grupo hay cosas que rescatar en la tradición que ha seguido la Iglesia y la que se muestra en la Biblia. Para el radicalismo, por otro lado, ya no queda nada que rescatar; la tradición trae consigo demasiados prejuicios insalvables y es necesario crear una nueva tradición religiosa para las mujeres. Incluso, la radicalidad de este grupo suele hablar, en vez del Dios bíblico, de una Diosa prebíblica, siendo entonces común el término TEAlogía, en vez de teología (‘thea’ - femenino de ‘divino’ en griego).

La crítica que suelen hacer las “reformistas” a las “radicales” es la de su falta de análisis histórico y su extrema consideración de un dualismo entre el hombre y la mujer, cuestión que provoca el endiosamiento de la mujer y la denigración del hombre. La crítica de las “radicales” a las “reformistas” es por su falta de valor y de honestidad intelectual.

5. Existen críticas importantes de teólogas femeninas negras, en torno a la consideración usual en la TF de que hay una “experiencia femenina” única de la que se parte. Con ello se estaría dejando de lado a mujeres que no simplemente han sufrido el ser parte de una minoría maltratada de mujeres, sino también de una minoría de mujeres negras. Lo mismo se podría decir de la experiencia de las mujeres pobres sudamericanas.

Teología de la liberación II

Una cita que me parece expone muy bien el espíritu fundamental de la teología de la liberación y los posteriores movimientos que se influenciaron de ella:

“Los pobres, no blancos, y las mujeres están encontrando un nuevo significado de la fe cristiana, así como revelando los defectos de las interpretaciones hechas por los varones blancos occidentales”

Bonino, 1992

viernes, 6 de febrero de 2009

Teología de la liberación


Tuve mis primeros acercamientos con la teología de la liberación. Definitivamente lo que más me llamó la atención es el uso que hacen de la noción marxiana de praxis, tomando el término para referirse a aquello que mueve desde sus bases a toda concepción de la teología de la liberación que se tiene hoy en día. La teología de la liberación tiene su punto más auspicioso en la década de los 70s, decayendo luego probablemente por la proliferación de sus doctrinas y por la apropiación de ellas de parte de las diversas tradiciones y grupos culturales. Así, hoy talvez sea más exacto hablar de varias teologías de la liberación, en donde concebimos teologías feministas, teologías negras, etc. Es precisamente esta pluralidad, que surge gracias a la teología de la liberación clásica, la que no habría sido tomada tan en serio como se la debió haber tomado por parte de los teólogos de la liberación clásicos, deseosos tal vez de un solo grupo que se mueva en conjunto para adquirir así más fuerza frente a las oposiciones.

Intentaré enumerar algunas de las características básicas de la teología de la liberación:

1. La desacralización y deconstrucción de nociones antes consideradas por la teología como verdaderas, absolutas y privilegiadas. Acá ya se hace notar el peso de la noción de praxis como algo importantísimo en esta nueva perspectiva. En la teología de la liberación se concibe que depende de cada tradición, de cada intersubjetividad y su propia praxis cuáles son las nociones más importantes.

2. Hay una constante y muy fuerte atención a los aspectos políticos, económicos y sociales de las sociedades. Todo ello teniendo siempre como punto de partida y como objeto principal de preocupación a los pobres. De este modo se hace a un lado a la iglesia como reguladora de la sociedad, y se da paso a una que busca comprenderla en su aspecto más preocupante. Así, se comienza a concebir que la pobreza no va a desaparecer con caridad, sino que lo va a hacer con acciones políticas prácticas. Hay un compromiso con el cambio.

3. La teoría deja de ser importante si es que esta no tiene una relación directa con la práctica. Así pues, hay cierta concepción pragmatista, a partir de la que se considera que cualquier postulado teórico no debe abstraerse a ámbitos que sean incomprensibles o inviables en la práctica. Una teoría de ese tipo es totalmente inútil. Por decirlo de algún modo, se busca bajar a la iglesia de los cielos paradisíacos para bajarla al arenal de los pobres. O como diría Wittgenstein, se destruye la iglesia de cemento para construir chozas entre los pobres.

4. La denuncia de las instituciones que utilizan al cristianismo como medio para legitimar actos que violan el derecho de los pobres y de la sociedad en general. Se busca que la Iglesia entre en conflicto directo con quienes tienen el poder. Hay denuncia de diferencia de clases y de imperialismo.

5. La teología debe ir siempre de la mano con una ‘teoría de lo social’ que sea una ‘teoría de la acción’. La iglesia está inmersa en lo social. Debe adaptarse a las particularidades de ella. Así, no hay un método universal que utilice la iglesia, sino que cada una deberá actuar de acuerdo al contexto social en el que se encuentre. Ya no es una iglesia para el individuo, sino para las sociedades.

6. Ya no hay perspectivas privilegiadas ni neutrales (éticamente neutrales). Ahora sólo hay una perspectiva principal: la de los pobres y sus intereses.

7. En la teología de la liberación la fe se hace ella misma praxis (Gutierrez).

8. Según Gutierrez la pregunta principal de la teología debe ser: “¿Qué relación hay entre la salvación y el proceso histórico de liberación del hombre?”

9. Se hace a un lado la noción dualista entre lo sagrado y lo profano, lo histórico y lo trascendente. Sólo hay un devenir humano que es asumido por Cristo. La historia de la salvación y la de la humanidad se hacen una sola en Cristo. Así pues, el término ‘liberación’ no sólo se refiere a la liberación social, sino también a la salvación espiritual (trascendente).

miércoles, 4 de febrero de 2009

Bis conceptual

Bis conceptual

1.

Me miro en el espejo y mis manos desaparecen. Desaparecen en mí. En el espejo aun las veo. Puta. Cuántas veces voy a tener que matarte. Deberías entender que mi vida ha entrado en otra dimensión. Ahora soy la orina del superhombre. Tú te has quedado matando a dios. Yo lo he cargado en mis brazos y le he permitido besarme. Ahora mis manos ya no existen. Ahora tengo cuernos. Tengo escamas. Tengo piel de cabra. Ahora atrévete a romper mi alma.

2.

Es hora de parir. Merezco ser expulsada de este cuerpo maldito. Apesto. Debo salir y respirar el aire largo. Hoy, que es hora de parir, me he decidido a llorar como si la mente se me hubiera resentido por forzarla a hablar. ‘Maldita puta, adquiere el lenguaje’ le dije. Ella me miró y tras cuatro días respondió ‘está bien’. Así, comencé a escupirlo todo. El cuerpo se excitó. Yo nunca le permití tocarme. Jaja jaja. Jaja jaja.

martes, 3 de febrero de 2009

Los Justos

“Hay demasiada sangre, demasiada violencia. Los que aman de verdad la justicia no tienen derecho al amor. Van erguidos, como yo, la cabeza levantada, los ojos fijos. ¿Qué haría el amor en esos corazones orgullosos? El amor inclina dulcemente las cabezas, Yanek. Nosotros tenemos rígida la nuca.”


Albert Camus (Los Justos, acto tercero)

domingo, 1 de febrero de 2009

Densas progresiones

Un cuento más...


Densas progresiones


Cerré el libro. Me eché para atrás en la silla y miré al techo con los ojos cerrados. Al fin lo había terminado. Veinticuatro días coloreando mi mente de ciencia abstracta; y lo había entendido todo. Apoyé mis codos en la mesa y mi cabeza sobre mis manos. Pensé entonces que estaba feliz, que de eso se tenía que tratar la vida. Subí la mirada y vi al fin a la chica que se había sentado en la mesa de enfrente. Hace tanto que su imagen se me presentaba borrosa mientras intentaba concentrarme en las palabras. Me decepcioné un poco, no era tan simpática como pensaba. Sin embargo había algo poco común en su mirada posada sobre el grueso libro que leía. Su cara no era nada especial, talvez los lentes la adornaban, talvez el pelo lacio suelto que, al igual que las manos y los ojos, tocaba el libro. Su vestido marrón pálido me llamaba la atención, y la forma en que movía su pie derecho bajo la mesa parecía animarme a hacer algo. Tal vez ahora, con mi feliz sabiduría a cuestas, podría ser la ocasión de acercarme a ella e iniciar una conversación. Miré entonces la hora y me puso aun más feliz comprobar lo temprano que era. Tenía tiempo de sobra para salir a caminar lentamente. Mientras más grande es mi felicidad más lentos son mis pasos. Como si no quisiera llegar a ninguna parte, como si quisiera fluir poco a poco.

Comencé a guardar mis libros y a planear cómo me le iba a acercar a la chica de enfrente. “No comenzar con una pregunta” fue la primera decisión certera. “No soy bueno para preguntar, debo encontrar la forma en que ella me comience a hacer las preguntas a mí. Quiero responder; soy bueno para responder.” La miré otra vez y esta vez ella también alzó la mirada. Seria. Seca. Pensé que esa es precisamente la mirada que se niega a responder preguntas. Pensé que esa era una mirada que no quería a nadie cerca. Me importó. Me puse de pie sin ninguna decisión. Di un paso al frente y retrocedí para recoger mi celular. Apenas me había parado me había dado cuenta que lo estaba olvidando, pero había dado un paso adelante para darme un poquito más de tiempo y para hacer notar un poquito más mi presencia. Con el celular en mano devolví el paso que había retrocedido. Di uno más. No podían faltar muchos. Apenas habrían unos tres hacia la mesa que esperaba. Los di. Ninguna decisión, pura cobardía. Cobardía feliz, pero al fin cobardía. Seguí caminando. La pasé sin voltear y sentí que ella volteaba a mirarme. Pero claro, en la cobardía uno siente muchas cosas para conformarse un poco. Aun así, este es un cuento feliz, así que salí de la sala de lectura a paso lentísimo y cerré los ojos, disfrutando del momento perfecto de felicidad. Sabiduría y cobardía. No me faltaba nada.

Me detuve y me puse los audífonos. Prendí la música. Densas progresiones. Nada más sublime que las densas progresiones para acompañar a la felicidad. La hacen rebelde, enorme pero sincera, compleja pero finísima. Mis pasos no podían adaptarse al ritmo, este bailaba sin discreción, parecía tropezar y tropezar, pero lo que hacía era caminar por un camino por el que nadie nunca se había atrevido a pasar por su dificultad. Para caminarlo hacía falta tropezar. Todo estaba planeado. Creo que comencé a caminar ridículamente; creo que intenté aplaudir o silbar. Nada me salió bien. Llegué al fin al corredor principal y me apoyé en la baranda. Caminé hacia la escalera casi como un anciano. La miré con satisfacción, como agradeciéndole su forma. Era una de esas en donde bajas primero unos cuantos escalones y luego debes girar para bajar la otra mitad. Una escalera en dos partes me iba a permitir demorarme más. Sonreí asquerosamente, de eso sí me di cuenta y lo corregí al instante. La felicidad trae consigo estupidez, pero hay que disimularla. Bajé el primer escalón bien sostenido de la baranda. Bajé el segundo y me solté. No fui yo, fue la música. Me exigió que me soltara. Me retumbó como exigiéndome libertad y riesgo. Igual, no me alejé de la baranda.

Entonces, a falta de dos escalones para terminar la primera mitad de la escalera, alguien giró del otro lado. Alcé la mano y rosé la baranda. Era ella. Otra vez me la cruzaba. Después de 4 años viéndola pasar una y otra vez, allí estaba de nuevo. Hace casi dos meses que no la veía. A veces la extrañaba, pero no sabía qué extrañaba. Es decir, no sé quién demonios es. Sólo sé que no dejo de cruzármela y que me mira, y que yo la miro a ella, y que nunca nos dirigimos la palabra. Llevaba el cabello suelto, como lo había comenzado a llevar desde hace mas o menos un año. Ese cabello medio lacio y medio encrespado al final del que es tan fácil enamorarse. Antes de ello siempre lo llevaba amarrado, dejando ver claramente su largo y extraño cuello. Sinceramente, no era mucho más bella que la chica que se había sentado en frente mío en la sala de lectura. Pero sinceramente, era mucho más que ella. Tenía más magia, más valor. Su mirada era tan profunda, abría tanto los ojos que asustaba. Y casi siempre sonreía; casi nunca directamente hacia mí. Recuerdo la primera vez que la vi. Andaba por un estrecho camino rodeado de un pequeño jardín, una paloma iba delante de ella. La paloma caminaba con pasos muy rápidos, moviendo su cabeza y su cuello casi compulsivamente de atrás para adelante, como si escapara por su vida. Ella la miraba atenta y le seguía el juego. Entonces, la paloma saltó del camino de cemento al gras que estaba al lado. La mirada de ella se iluminó. Sonrió al verla saltar. La miró con ternura y pasó a su lado como despidiéndose. Cómo no enamorarse de eso. Cómo no enamorarse de una risa provocada por el ridículo y sutil salto de una paloma. Me creé una leyenda sobre ella. Debía ser muy inteligente, debía ser sincerísima y terriblemente sarcástica. Debía tener muchas ideas novedosas que compartir, tantas como para pasarse horas de horas hablando sobre lo que sea. Debía tener pocos amigos y muchos conocidos. Seguro disfrutaba de la música, talvez hasta tocaba guitarra o la armónica. Debía leer Mafalda y a Kundera. Seguro odiaba a Freud. Seguro amaba a Sócrates.

Y ahí la tenía, otra vez. Me miró. Yo también la miré a los ojos y le quise hacer saber que era un hombre feliz. Su gesto, como siempre, fue profundo pero poco expresivo. No. Me equivoco. No es poco expresivo. Expresa mucho, pero no del modo convencional. Nunca nos habíamos mirado tan directa y tan largamente. Ella también caminaba lento, también parecía feliz. Desapareció de mi campo de visión. Comencé a bajar el segundo grupo de las escalinatas y sin pensar, casi impulsiva y estúpidamente dije en voz alta: “Chau”. No sé qué tan fuerte lo dije. No podía escuchar mi voz, la música estaba muy alta. No sé si ella respondió. No sé si se detuvo, o si talvez dijo algo antes que yo. Simplemente seguí caminando, aun más feliz, aun más lento. Culminé al fin las gradas y giré para ver si estaba ahí. No había nadie. Talvez ni me escuchó. Talvez en verdad no dije nada. Talvez pensó que era una estupidez responder a algo así. Me puse un poco triste. Se me formó un nudo en la garganta y pensé en volver a subir, en buscarla y repetirle clara y fuertemente a la cara: “Chau”. Pero seguí mi camino. Cerré los ojos y avancé intentando concentrarme en las densas progresiones.